lunes, 9 de enero de 2012

Mariposas en el estómago

Nunca había visto tantas estrellas en el cielo, pero no les dí importancia, porque lo que tenía enfrente mío era mil veces mejor que eso. El pensaba que lo escuchaba mientras me contaba anda a saber cual de  sus anécdotas, que por cierto, ya las conocía de memoria. No podía desaprovechar el momento. Su mirada me tenía hipnotizada, su sonrisa perfecta me enamoraba cada vez más. Dejó de hablar, nuestras miradas se cruzaron, las olas ya no hacían más ruido, poco a poco se acercó a mí. En el preciso instante en que me besó, sentí un cosquilleo en la panza inexplicable. Sonó "Here comes the sun". Era la alarma del reloj. He odiado esa alarma cada vez que me despertaba a las seis de la mañana para ir a la escuela, pero jamás la odié tanto como aquella vez. Demasiado perfecto para ser real.

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